En el país del León y el Gallo
En Bruselas al lado de la Gare Centrale. |
"A nosotros nos juntaron sin tener nada que ver y no
nos queda otra que vivir juntos". Esta es la frase que más de un belga de
a pie me comentaba ( ver mi última entrada sobre el tema aquí)
sobre la situación de su país. Curioso sentimiento nacional pensará más
de uno, y no le falta razón ya que bastan unos meses en este pequeño país
enclavado entre Francia y Alemania para darse cuenta que el ser belga no es
algo que uno elige sino algo con lo que se nace y se procura llevar con la mayor discreción. A diferencia de otros sentimientos
patrióticos más exaltados, el del belga es lo que llamaría " el nacionalismo de la
negación". Ningún belga
sabría decirte a ciencia cierta lo que identifica su nación, salvando a Tintín,
les "moules" (los mejillones), la cerveza y les "Diables Rouges"(equipo de fútbol nacional) poco más
une a los habitantes de este país tan fragmentado. Ahora bien si algo tienen
claro tanto flamencos como Valones es que no son franceses, tampoco holandeses
ni mucho menos alemanes. Partiendo de esta base, el prisma con el que uno
analiza la realidad de este país tan heterogéneo y acogedor, no hay que olvidar
que en Bruselas más del 20 % de la población es extranjera, es el propio de un arqueólogo al que se le presenta una especie extraña.
Después de unas primeras semanas en este país gris,
insignificante para muchos o incluso poco apetecible para otros por su clima, me permito hacer un pequeño balance. Lo primero que quisiera
destacar es que bajo su apariencia de país sencillo y afable, se esconde un
lobo con piel de cordero. Una federación, tres regiones, tres lenguas, un rey y
el entramado de la Unión Europea con toda la burocracia que conlleva hacen de
Bélgica un país complejísimo. A nivel legal hablamos de distintos ordenamientos
jurídicos, a nivel económico Flandes se jacta de su dinamismo con tan solo un 7
% de paro frente a la decaída Valonia con más de un 18 % de desempleo. Esta
imagen algo estereotipada oculta una realidad distinta ya que en el periodo de
crisis han sido varias las multinacionales que se han instalado en Wallonie mientras
que la economía flamenca más expuesta a las finanzas internacionales ha quedado
más afectada. Sin embargo las distancias económicas siguen siendo
importantes desde que en la década de
los 60 Flandés superase a Valonia como región más rica, hoy en día el PIB/hab
de Flandés se sitúa en un 118% respecto a la media Europea frente al 88% en Wallonie.
Además en materia educativa es preocupante la alta tasa de abandono escolar que
afecta sobre todo a la región francófona.
Ello obviamente tiene su repercusión en el día y los
"piques" entre ambas comunidades son continuos. La pasada semana
comentaba el ministro flamenco de finanzas, del partido
Nacionalista flamenco, N-VA, que Valonia era lo más parecido a Corea del Norte por su
política de subsidios ilimitados y por la influencia tan grande del partido
socialista. Estas burlas continuas son tomadas como muestras de arrogancia por
parte de los valones que consideran a sus vecinos del norte como gente sosa sin
sentido del humor.
Ahora bien si algo divide de verdad al país es la
barrera lingüistica que desde la fundación del moderno estado belga en
1815 no ha hecho más que acentuarse. Es cierto que basta pasearse por Bruselas, región oficialmente
bilingüe para comprobar que son muchos más los flamencos que hablan francés que
viceversa. Es decir es notable el esfuerzo que ha hecho la población flamenca
por aprender la lengua de Voltaire algo que no siempre se ha visto
correspondido, de hecho mientras que en Flandes el francés es obligatorio desde
la más tierna infancia en Valonia solo se aprende holandés a partir de
secundaria y en muchos casos como tercera lengua. Muchos flamencos se
quejan de esta situación arguyendo que porque les tocaría a ellos aprender una
lengua que solo habla el 30 % de la población. Según el último barómetro
realizado en 2012, solo el 14 % de los valones indicaban hablar el neerlandés
con fluidez frente al 51% de los flamencos que hablan francés fluido. Los flamencos
conscientes de la dificultad de su idioma han iniciado una campaña para “conquistar
“la región de Bruselas, islote francófono en medio de la región, para ello
ofrece cursos de neerlandés a precios irrisorios para cualquiera y son vez más
los carteles rotulados solo en esta lengua.
Tira satírica sobre el auge del neerlandés en Bruselas. |
Me pregunto si en el pseudo-federalismo en el que se
encuentra España podemos llegar a este punto de ruptura tan importante. Desde luego los catalanes habrán tomado buena nota, ya que la
ruptura con el castellano mediante su política de inversión linguïstica
puede ser un arma muy importante a la hora de buscar la secesión
Como expatriado debo decir que se trata de un país
extraordinariamente acogedor que engaña a primera vista, Bruselas es de estas
ciudades que no te conquistan en la primera cita sino que te invita a
adentrarte en su peculiar "microclima" que hace que uno se sienta
como en casa. Lo cierto es que en medio de este caos institucional, los
belgas no viven nada mal, como me dijo una de las responsable de medio-ambiente
de la Región de Bruselas, "Si los belgas superamos la crisis mejor que
otros países es porque no tuvimos gobierno que estorbase", quizás los españoles deberíamos tomar
buena nota.
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