Montenegro, La gema del Adriatico.





Entrada a Montenegro desde Croacia. Foto propia

Probablemente a la hora de pensar posibles destinos de vacaciones en los Balcánes, a la mayoría les venga a la cabeza Croacia o incluso Grecia pero pocos serán los viajeros que piensen en un diminuto país, de menos de un millón de habitantes, situado en la zona más oriental del Adriático: Montenegro. Debido a su reciente independencia en 2006, existe una cierta confusión a cerca de este país y aún en algunos mapas no resulta raro observar que figura junto a su " hermano mayor" Serbia, formando un mismo Estado. Curiosamente, a diferencia de lo que ocurrió en el resto de Estados balcánicos cuya secesión estuvo envuelta en guerras y tensiones étnicas, la de Montenegro se produjo de forma pacífica tras un referéndum que ponía a un fín a más de un Siglo de historia en común desde finales de la Primera Guerra Mundial.



Lo primero que llama la atención de este país es el propio  nombre de Montenegro, de raíz latína, que resulta paradójico en un país de cultura eslava que de hecho emplea el alfabeto cirílico. Sin embargo, esto es fruto de su pertenencia durante un largo periodo a la república de Venecia y hace referencia a los bosques frondosos que cubren sus montañas escarpadas. Hoy por hoy, la denominación oficial incorpora su traducción en montenegrino ( Crna Gora). Históricamente este país siempre estuvo muy ligado a Serbia, tanto a nivel cultural ( al compartir su religión ortodoxa) como a nivel lingüístico con una lengua muy similar al serbo-croata.  Del mismo modo, esta proximidad también tuvo su impacto en la economía.  La economía montenegrina siempre ha estado ligada al comercio debido a su posición estratégica como salida al mar de Serbia aunque la presencia de empresas estatales en sectores como el aluminio sigue lastrando la competitividad de su economía.  Los acuerdos con Serbia para facilitar su comercio marítimo, no se han visto reflejados en su posicionamiento frente a la UE, donde ambos países mantienen posturas divergentes.


Mapa Montenegro. Fuente: the Economist.
Pese a la fuerte presencia de turistas rusos que consideran Montenegro, una especie de "Mónaco del Adríatico" mediante la compra de mansiones de lujo, el pequeño Estado se ha posicionado claramente a favor de Occidente. De este modo, ha ido adhiriendose a Instituciones como el Banco Mundial, el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo así como a la OMC, y el paso definitivo lo dio en 2010, cuando fue incluido por la Comisión Europea como Estado candidato a la adhesión a la UE. Asimismo, se encuentra en fase de pre-adhesión a la OTAN y es el único Estado, junto a Bosnia Herzegovina, en emplear el euro como divisa, sin ser miembro de la UE, ( de hecho me sorprendió que en todos los comercios aceptasen la moneda común). Sin embargo, todos estos pasos no están exentos de polémica  y cuenta con cierto rechazo en una opinión pública muy escéptica ( tan solo el 46% apoyó en 2014 la adhesión a la OTAN) y presionada por Serbia, cuya posición frente a la UE sigue siendo algo ambigua. La ambición del presidente Dukanovic, no en vano,  pasa por mantener la hoja de ruta sin por ello romper el contacto con sus aliados tradicionales Rusia y Serbia.


Panorámica bahía de Kotor.
Por último, cabe destacar el gran potencial turístico que atesora el país. En pleno boom de la vecina Croacia, Montenegro sigue permaneciendo oculta al turismo de masas y esto le otorga sin duda cierto exotismo. La ausencia de grandes infraestructuras ( como pude comprobar recorriendo la carretera de vértigo entre Dubrovnik y Budva) y sobre todos de conexiones aéreas ( excepción de hecha de algunas Low cost) permiten atraer un turismo más selecto. La realidad que yo mismo pude comprobar, es que sus espectaculates paisajes ( bahía de Kotor), algunos de ellos patrimonios de la Unesco, o sus fiordos, ofrecen mucho más que sus ciudades convertidas en una especie de acumulación de souvenirs que restan un poco de valor al encanto de su patrimonio histórico. Todo ello sin olvidar su apuesto por el turismo de lujo y sus grandes festivales en especial en verano.  Un viaje al interior (incluida Pogdorica) resulta recomendable  solo para aventureros que quieran adentrarse en la Yugoslavia de Tito. Con un ambiente muy rural y la imposibilidad de comunicarse en inglés, el retraso económico de esta región  resulta evidente.


Por tanto, a todos aquellos que se planteen viajar a Croacia este verano, no dejen de visitar esta gema del Adríatico, eso sí no lo digan muy alto con la esperanza de que este rincón siga protegido frente al turismo de masas. 




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