Moldavia, el ostracismo trás la caída del muro


Sello de Moldavia con referencia a su cultura vinícola.


Existen países condenados al ostracismo por causa de circunstancias históricas que cambian irremediablemente su destino. En Europa la caída del muro de Berlín hace ya casi 25 años marcó el destino de muchas de estas repúblicas que vivían al otro lado del telón de acero. La propaganda soviética de las repúblicas que les hacía creer a muchos de sus habitantes que vivían en un lugar idílico al margen del materialismo y la decadencia moral de occidente se derrumbó de un plumazo. Al verse expuestos con esta crudeza salieron a la luz todas sus miserias, las bondades del régimen no eran tales y la corrupción estaba institucionalizada, su nivel de vida era muy inferior al de sus vecinos occidentales y la supuesta igualdad del régimen soviético derivó un régimen clientelar en donde las élites del partido, o apparatchicks, ostentaban todo tipo de privilegios al nivel del capitalismo más salvaje.

                En estas circunstancias tan convulsas que provocaron la caída masiva del PIB en muchas de estas repúblicas[1] tras la desmembración del bloque comunista,  encontramos la pequeña república de Moldavia.  La república socialista de Moldavia, antigua Besarabia, era un de las 17 repúblicas que componían la URSS.  Su anexión se produjo en 1940 a raíz del pacto Molotov- Ribbentropp  entre Hitler y Stalin. Tras la instauración del bloque comunista, este estado muy ligado a Rumanía con el que compartía lengua y cultura en gran medida, se vio privado de su independencia e integrado en un enorme aparato burocrático. Al igual que ocurrió con las repúblicas bálticas, el invasor ruso inició una política de “rusificación” que pretendía  minar la moral las élites locales, introduciendo el ruso en detrimento del rumano, mandando al altos cargos de Moscú todo ello con el fin de acabar con una cultura que suponía un obstáculo. Por ello se produjo la curiosa circunstancia que persistió hasta la caída del muro que siendo el rumano lengua oficial, se escribía en alfabeto cirílico en vez del alfabeto latino en el que siempre se ha escrito el rumano.  Durante la ocupación tras ponerse del lado de los rumanos, aliados de los nazis, en la 2ª guerra Mundial, los rusos tomaron represalias y las fronteras quedaron predefinidas y la república integró la región de Transnistria, región fronteriza con ucrania al este del rio Dnieper y de habla rusa.
Fuente: www.bbc.co.uk

              Dicha re-configuración del estado moldavo traería numerosos problemas a partir de la independencia. La economía moldava, que durante la época soviética se había especializado en industria especialmente alimentario con una notable cultura vinícola y la producción materiales de construcción y maquinaria agrícola, alcanzó la independencia con un balance desolador. El despertar fue doloroso, Moldavia se vió como uno de los países más pobres de Europa, un sector agrícola potente pero desfasado y con maquinaria obsoleta y sobre todo una tensas relaciones con el Kremlim que a día de hoy siguen sin resolverse.


Tras una tentativa de acercamiento a su vecino rumano con el que incluso hubo una tentativa de unificación a mediados de los 90, el nacionalismo moldavo hizo que se distanciasen progresivamente y llevó al poder a los comunistas moldavos en el 2001, Sin embargo el problema surgió a raíz de la República de Transinistria
Considerado como Estado “fantasma”[2], este estado sin nación lleva muchos años actuando como país independiente de facto. Cuenta con administración propia, moneda propia, y su idioma es el ruso, su deseo de ser reconocida solo ha contado con la aprobación de Moscú y la oposición radical de las autoridades moldavas que se niegan a perder una de sus regiones más industrializadas. El clima de tensión alcanzó su punto álgido en 2006, año en el que el gigante ruso Gazprom cortó el suministro de gas provocando una auténtica catástrofe en un país muy dependiente energéticamente. Dichos cortes se han ido reproduciendo posteriormente.
Todo ello lleva a la reflexión del impacto del régimen soviético en sus antiguas repúblicas, Pobladas por importantes minorías rusas que reclaman la protección de su idioma y su cultura, provocan un autentico de dilema en estos Estados que deben elegir entre proteger a estas minorías para mantener sus relaciones con Moscú a costa del interés de sus propios ciudadanos cuya simple  alusión Rusia provoca un amplio rechazo. [3] La realidad en Moldavia a día de hoy es la de una república olvidada con un altísimo nivel de desempleo y que pese a estar gobernada por una coalición pro-europea ve en la integración europea una meta muy lejana visto que en Bruselas no quieren provocar las iras del gigante ruso.



[1] En Rusia por ejemplo cayó el PIB en más del 40 % en apenas 2 años de 1990 a 1992, debido a la privatización masivas de empresas públicas y el saqueamientos de las arcas del Estado por parte de una serie de magnates vinculados a las elites del partido

[3] EL rechazo ha alcanzado tal punto, que en ciertas repúblicas como Letonia se celebra con júbilo el día de la “liberación” de las tropas nazis el 16 de Marzo frente a la URSS.  

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