Analisis de la obra "Una Lectura de La Justicia en Baruch Spinoza" del Profesor Evaristo Palomar
Foto Espinoza. Fuente: http://centros5.pntic.mec.es/rosariod/spinoza5.jpg |
De
la Naturaleza como Substancia:
Destaca inicialmente que
el hombre en sí mismo no es más que una representación de una substancia que se
realiza gracias a los atributos que posee pero dicha libertad solo es ficticia
y no volitiva. La substancia por su parte viene representada por un todo
infinito equiparando Dios y naturaleza, “eus, vive Substancia, sive
Natura”. Por tanto Spinoza parte de una caracterización de la realidad como
fenómeno inmanente y a lo largo de su obra desmonta la común
comprensión de la realidad conforme a un principio ordenador. Tal y como menciona “creen por
ello que en la naturaleza hay un orden”. Spinoza invita a no llevarse
a engaño y a no confundir el plano de la percepción con el de la intelección
porque el segundo precede al primero. Cuando el individuo percibe de forma
sensitiva cree que dicha percepción se adecua a una realidad exterior y no
entiende que no existe tal realidad y que la precepción solo es una
construcción de la razón por si sola en su carácter infinito. Por todo ello
establece distintos géneros de conocimiento (1. Lo sensitivo 2. La razón 3. La
ciencia intuitiva. ) Entre los cuales el primero de ellos es falso porque
“confunde la parte por el todo”. Mientras que para los
escolásticos la substancia era concebida como un "substrato
inerte", Spinoza por su parte da a la naturaleza una fuerza
motriz, estableciendo causalidad y fuerza. Sin embargo se va más
allá, en su óptica panteísta refleja la realidad expresada en
su teoría es una expresión de la substancia en la naturaleza y a su
vez una representación de la existencia de Dios como esencia
infinita. Una vez fijado esto Spinoza fija el principio de obrar
humano como manifestación de esa naturaleza
De
la Natura Naturada:
La
naturaleza en el hombre se fija conforme a los modos que son las afecciones de
dicha substancia. Cuerpo y mente, señala, son la misma cosa porque no son más
que distintas formas de extensión de una misma substancia. Distingue para ello
dos atributos, los atributos del pensamiento y los atributos de la extensión.
Los atributos del pensamiento solo existen en la mente del individuo
particular y radican en el concepto de la idea. El individuo como
ser único articula su propia visión de la realidad a través de los
pensamiento que son expresión del entendimiento que en sí consta “de
infinitos atributos” tal y como se expresa en la Ethica[1]. Pero
su máximo apogeo lo alcanza cuando el individuo construye sus propias ideas y
de esta forma pone en práctica el atributo infinito del pensamiento adoptando
una posición áctiva conforme a la naturaleza circundante. De este modo Spinoza
establece el Suum como la unión del hombre con la naturaleza
El alma humana se une a la Naturaleza, capta la Totalidad y ve ampliarse su
entendimiento. El individuo, como extensión de esa sustancia, cree actuar
libremente guiado por su el libre arbitrio pero solo tiene una
visión parcial. Su obrar no es más que una proyección de la substancia, un
principio de autocasación de la naturaleza porque “naturalmente acontece lo
que esta determinado que acontezca”. Spinoza caracteriza también el
deseo como esencia del comportamiento humano, no obstante advierte que los
sentimientos representan “el conocimiento dependiente” que en caso
de guiar el actuar humano le impiden alcanzar una libertad plena.
Sobre
la Justicia y lo justo:
Plasma
una visión a la vez clásica y rompedora de la justicia. En principio introduce
los conceptos de Estado de naturaleza y Estado civil. Parte de que la justicia
requiere la vida en Sociedad ya que se traduce en un actuar frente a otro. La
manifestación de esa alteridad como requisito para que se dé la
justicia coincide con la de los clásicos esencialmente con la de Aristoteles en
su visión de la justicia como “el justo reparto entre iguales en la República”.
Pero se distingue de ellos negando el consenso en la Républica, entendida en el
sentido platónico, es el máximo exponente de la razón natural pues se” conforma
en cuanto la misma razón opera en cada sujeto” luego es una expresión de
individualidades. Para el la justicia lo es en tanto que manifestación externa
y a este ámbito lleva también la concepción de lo justo y lo injusto. Según
este el bien no existe como categoría solo es un concepto que se da en el plano
intelectivo de cada sujeto y la justicia es su apariencia externa en el obrar.
Su postura se acerca a la de Hobbes que en su obra “De Cite “establece el
concepto el concepto de justicia como “mera convención” fijada por los hombres
en el Estado de Naturaleza para alcanzar una convivencia. La justicia no es más
que la manifestación del Estado de naturaleza en Dios y por ello se pregunta de
forma reiterada en su obra “¿Puede la justicia dejar de ser justa?”. La
justicia es una manifestación de lo divino y aunque proceda de la razón en su
concepción, asocia su realización con un “carácter salvífico” que no
puede no ser. Negando esto niega la justicia en sí mismo y el concepto de lo
justo como ideal al que aspirar. Conceptos como el bien, lo justo o lo injusto
solo son categorías en la mente del individuo que variara entre un
sujeto y otro.
Distintos
tipos de justicia y concepto de derecho:
Distingue
una justicia natural, moral y religiosa que implica realizar o no realizar
determinadas acciones que se deben realizar o no según lo que Dios pide a los
hombres. Aquí define la justicia en un sentido más evangélico más unido al
concepto de caridad y no delimitando el ámbito de lo propiamente jurídico, se
trata de la obediencia a la justicia, establecida en los Mandatos divinos. En segundo
lugar establece una justicia del plano político, que se fija en el plano civil
de la vida política y relacionada con la fundamentación de la
República-Estado-Poder. Sólo las potestades supremas pueden decretar la
justicia, en el ámbito de la República y previa voluntad común de todos. Su
manifestación es la ley. Por último habla de la justicia en su sentido clásico
entendido como mero reparto exterior en un sentido aristotélico como
el criterio de justo reparto en la sociedad civil siempre entendida como “la libertad
de la razón individual e individuante”. Por otro lado, en su concepción del
derecho, no entiende otra norma que no sean las de cada individuo según las
reglas de naturaleza. Entiende la conducta del individuo como manifestación de
la presencia de Dios y como este tiene el máximo poder y todo lo puede pues
entonces “el derecho de cada uno se extiende hasta donde llega donde
alcanza su poder determinado”. Por tanto entroncando esto con lo
dicho antes y partiendo de la base de que toda la realidad es una y
la misma cosa pues por ello “si la naturaleza es libertad, y el derecho es la
misma naturaleza en tanto obra el derecho es la misma libertad entendida al
plano ontológico”.
Comentario:
Evidentemente
hay que partir del sesgo que supone para Spinoza el momento histórico en el que
transcurre su obra. Nos situamos en la Holanda del Siglo XVII, recién acabada
la reforma protestante, se vive un clima de gran tensión política que dificulta
la propagación de ideas alejadas de la Ortodoxia. El filosofó holandés se
benefició de un clima de cierta tolerancia pero aun así estuvo mermado a la
hora de afirmar la radicalidad de alguno de sus postulados. Expulsado de la
Sinagoga por sus doctrinas controvertidas, expone una visión del mundo en donde
todo queda sometido al ámbito de lo racional.
El
carácter teológico está presente en toda su obra y se manifiesta en todo su
esplendor en su Tratatus Thelogico Politico en donde hace una
disertación minuciosa de los elementos de toda la doctrina (mandatos,
profecías, milagros, profetas). Aquí no niega la existencia de Dios si rechaza
su concepción trascendente porque según su teoría Dios está presente en todas
las cosas como substancia al mismo nivel que los elementos de la naturaleza y
no por encima. A partir de aquí la idea de una substancia que
engloba un todo recuerda a las filosofías orientales basadas también en un Dios
inmanente y en el deseo y el apego a las cosas como causa del sufrimiento
humano y en las cuales la naturaleza está muy presente . Como señala el
novelista alemán Herman Hesse en su obra en su famosa obra de Sidharta que
relata la vida de Mahatma Budhha. En dicha obra se refleja la vida de Buda en
su juventud entregado a las pasiones y los sentimientos más íntegros
que caracterizan la humanidad como el amor o el desamor, la ira etc…A medida
que va creciendo en sabiduría va adoptando un carácter más estoico que le
permite discernir entre la raíz de la sabiduría y la felicidad. Tal y como
indica Baruch Spinoza en su obra la mejor forma de vivir es conforme a la razón
natural de lo contrario solo se tiene una visión parcial de la
realidad. En este aspecto también se puede considerar como pionero a
la hora de integrar estos influjos orientales en su filosofía. Ya en el Siglo
XIX, filósofos como Shopenhauer adoptan teorías con gran influencia oriental ,
en su caso de la filosofía hinduista , y describe el Mundo y la vida como algo
“ caótico e irracional” que como dice el propio Espinoza no obedece a ningún
fin ordenador..
Pese
a su origen racionalista de Espinoza estableciendo el principio de intelección
como punto básico del entendimiento y extensión del pensamiento en la
substancia, Spinoza va un paso más allá que sus predecesores. Frente a
Descartes, reclama desde el comienzo la ruptura del principio intelección
volitiva como motor del comportamiento humano. Descartes como precursor del
pensamiento racional parte de postulados similares a los de Spinoza. El
francés, en su visión del ser humano, le concede una cierta autonomía en sus
actos al establecer a este como substancia pensante, que guiado por su
raciocinio actúa en consecuencia. Luego en Descartes el pensamiento intelectivo
guía con carácter previo el plano de actuación “Cogito ergo sum”. Por su
parte el filósofo de origen judío parte al igual que Descartes de un
principio intelectivo según la cual la realidad parte siempre de una base
intelectiva y acaba en esta a su vez. La realidad según este no es más que una
percepción subjetiva del individuo en el plano de naturaleza y por lo tanto
niega la realidad exterior como tal ya que esta se da de forma distinta en la
mente de cada individuo. Aquí surge la discrepancia con el filósofo francés que
no alcanza ese extremo y se limita en su concepción deísta a marcar una diferencia
entre una substancia pensante, motor del comportamiento humano y una substancia
infinita de carácter trascendente que supera este primer plano.
Desde
este planteamiento radical, Spinoza niega toda realidad objetiva a diferencia
de lo que ocurre en Aristóteles. El filosofo griego fijaba ciertos planos de la
realidad que constituían un principio inalterables que se perpetuán en el
tiempo, frente a ello Spinoza constata la realidad como un continuo
desenvolvimiento un fluir constante que no puede ser “fotografiado.”
Finalmente
en su concepción de lo jurídico, Spinoza fija un punto de partida en el estado
de naturaleza en el cual el individuo opera guiado por la libertad y concibe el
Estado social en su forma democrática no como la realización de una
colectividad sino más bien como una suma de la razón natural de los distintos
individuos tal y como en el Tractatus Politicus : “ El derecho de la
sociedad se determina por el poder de la multitud que se rige como una sola
mente”. En este punto, hay que discutir hasta qué punto el Estado moderno
está concebido por su idea. Sin duda en un Mundo cada vez más globalizado y
donde la diversidad es la regla cuesta cada vez más establecer categorías que
permitan englobar las Sociedades en su conjunto. En este ámbito el filósofo
holandés pregona la libertad del individuo en la Comunidad política y asegura
que uno entiende en la medida en que desarrolla su intelecto
activamente. A todo ello le da sentido en si mismo sin necesidad de ampararse
en ningún postulado moral (imperativo categórico kantiano).
En
cierto sentido Spinoza se aparece como un visionario, un personaje adelantado a
su tiempo que analiza con lupa elementos que sus contemporáneos ni siquiera
trataban. Su análisis excesivamente formalista introduce, no obstante, una
fundamentación de de lo político bajo un cierto criterio autónomo desligado de
la fe aunque muy influido por las categorías evangélicas y sirve precedente
para todos los maestros de la Ilustración como Blaise Pascal, Auguste Compte, o
el propio Immanuel Kant. Sin embargo La razón llevada a su extremo
implica una visión limitante la realidad como denuncia el pensador británico
G.K.Chesterton en su obra Ortodoxia en la que
indica “si el universo del racionalista es verdadero,
entonces tiene poco de Universo. Se puede mover y expandir sin cesar, pero ni
en su más remota galaxia encontraremos nada realmente interesante, algo que se
parezca, por ejemplo, al perdón o a la libertad”.
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